Viaje al fin de la noche
le ofrecí unas palabras. le hablé también yo del pequeño bébert y de otra niña que había tratado en la ciudad, siendo estudiante, y que había muerto, de meningitis también. tres semanas había durado su agonía y su madre, en la cama de al lado, ya no podía dormir de pena, conque se masturbaba, su madre, todo el tiempo durante tres semanas de agonía y hasta después, cuando todo hubo acabado, ya no había forma de detenerla.
eso demuestra que no se puede existir sin placer, ni siquiera un segundo, y que es muy difícil tener pena de verdad. así es la existencia.
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