una carta de ziamma
le pedí a mi amiga ziamma que escribiese algo para el blog. me respondió así:
----------------------------------------
por Ziamma
Cuando me pediste que te escribiera algo se me ocurrió hablarte del espiritismo. Hace años estuve en una de esas sesiones con una médium, supuestamente en su cuerpo había otro espíritu al que todas llamaban abuelito.
Utilizo la palabra supuestamente porque sé que es difícil creer en algo así, especialmente alguien como vos. Te cuento que mi abuela era gran creyente y practicante, recuerdo las sesiones de todos los sábados por la tarde, aquel grupo de mujeres jóvenes y no tan jóvenes esperando su turno para entrevistarse con San Cipriano, El hermano Pedro, Jerónimo Murillo y otros; y no te creas que solo eran mujeres, también hay hombres que se interesan por la practicas como esa. Recuerdo los cantos y los rezos antes de que la médium entrara en trance ayudada por mi abuela, con su ramita de ruda y alcohol, así como el rosario enredado entre sus manos.
Contaba mi abuela que ella se interesó por eso cuando apenas era una niña de seis o siete años; nos contaba que solía salir para ir a una casita donde siempre se encontraba con un anciano de tez oscura y cabellera blanca, que aquel señor nunca le dirigió la palabra y lo único que hacía era mirarla de forma complaciente. Ella tenía la costumbre de ir a sentarse en el umbral de su puerta.
Observaba las personas entrando y saliendo con flores, rosarios y biblias. Al contrario de lo que se pueda pensar aquella no era una práctica pagana, se trata de gente sumamente religiosa o creyente y seguidora de Dios.
De repente, un día que volvió a escabullírsele a mi bisabuela para ir a la casita del señor del cabello blanco, se encontró con la puerta cerrada. No volvió a abrirse. Con el tiempo supo que aquel anciano era un médium y desde entonces se volvió practicante del espiritismo, incluso llegó a entrenarse para ser médium (estaba cualificada, según le decían los espíritus - no sé si está bien llamarlos así, pero qué otro nombre podría darles?).
¿Sabes que la fe puede llegar a límites insospechados? Pues sí, la fe de mi abuela era tan grande que no era novedad escucharla contando su experiencia de la noche anterior, por ejemplo el día que sintió que alguien le hacía cirugía en la rodilla (rodilla que le ocasionaba muchos problemas), o sus conversaciones con el hermano Pedro, no sé si habrás escuchado de él, hace poco lo canonizaron en Guatemala.
Te diré que en toda la familia no hay nadie que sienta la misma pasión por esa práctica, por mi parte ni siquiera recuerdo la conversación que tuve con aquel personaje, solo sé que no se trataba de la anciana casi ciega que había llegado hacía una hora, efectivamente su voz era distinta y durante toda la conversación sus ojos permanecieron casi cerrados.
Bueno, ahora mi abuela es una ancianita de 83 años y en sus momentos de lucidez de repente comienza a hablar de aquellos días, de sus compañeras y especialmente de su tan querido Hermanito Pedro.
Esto es todo lo que se me ocurre, otro día te escribo algo mas
----------------------------------------
por Ziamma
Cuando me pediste que te escribiera algo se me ocurrió hablarte del espiritismo. Hace años estuve en una de esas sesiones con una médium, supuestamente en su cuerpo había otro espíritu al que todas llamaban abuelito.
Utilizo la palabra supuestamente porque sé que es difícil creer en algo así, especialmente alguien como vos. Te cuento que mi abuela era gran creyente y practicante, recuerdo las sesiones de todos los sábados por la tarde, aquel grupo de mujeres jóvenes y no tan jóvenes esperando su turno para entrevistarse con San Cipriano, El hermano Pedro, Jerónimo Murillo y otros; y no te creas que solo eran mujeres, también hay hombres que se interesan por la practicas como esa. Recuerdo los cantos y los rezos antes de que la médium entrara en trance ayudada por mi abuela, con su ramita de ruda y alcohol, así como el rosario enredado entre sus manos.
Contaba mi abuela que ella se interesó por eso cuando apenas era una niña de seis o siete años; nos contaba que solía salir para ir a una casita donde siempre se encontraba con un anciano de tez oscura y cabellera blanca, que aquel señor nunca le dirigió la palabra y lo único que hacía era mirarla de forma complaciente. Ella tenía la costumbre de ir a sentarse en el umbral de su puerta.
Observaba las personas entrando y saliendo con flores, rosarios y biblias. Al contrario de lo que se pueda pensar aquella no era una práctica pagana, se trata de gente sumamente religiosa o creyente y seguidora de Dios.
De repente, un día que volvió a escabullírsele a mi bisabuela para ir a la casita del señor del cabello blanco, se encontró con la puerta cerrada. No volvió a abrirse. Con el tiempo supo que aquel anciano era un médium y desde entonces se volvió practicante del espiritismo, incluso llegó a entrenarse para ser médium (estaba cualificada, según le decían los espíritus - no sé si está bien llamarlos así, pero qué otro nombre podría darles?).
¿Sabes que la fe puede llegar a límites insospechados? Pues sí, la fe de mi abuela era tan grande que no era novedad escucharla contando su experiencia de la noche anterior, por ejemplo el día que sintió que alguien le hacía cirugía en la rodilla (rodilla que le ocasionaba muchos problemas), o sus conversaciones con el hermano Pedro, no sé si habrás escuchado de él, hace poco lo canonizaron en Guatemala.
Te diré que en toda la familia no hay nadie que sienta la misma pasión por esa práctica, por mi parte ni siquiera recuerdo la conversación que tuve con aquel personaje, solo sé que no se trataba de la anciana casi ciega que había llegado hacía una hora, efectivamente su voz era distinta y durante toda la conversación sus ojos permanecieron casi cerrados.
Bueno, ahora mi abuela es una ancianita de 83 años y en sus momentos de lucidez de repente comienza a hablar de aquellos días, de sus compañeras y especialmente de su tan querido Hermanito Pedro.
Esto es todo lo que se me ocurre, otro día te escribo algo mas
4 comentarios
Pol -
ziamma -
El ecepticismo esta bien, pero la fé también. Al final cada quien hace, piensa y cree en lo que le da la gana y en el caso de mi abuela se trata de toda una vida creyendo ciegamente en lo mismo.
chencho -
parapo -