el lastre de las abejas
(las abejas) no se aventuran lejos de su cobijo si amenaza lluvia ni se fían del cielo cuando llegan los vientos, sino que, protegidas junto a los muros de su ciudad, recogen agua y ensayan breves salidas por los alrededores, y muchas veces cargan piedrecitas, como las inestables barquitas cargan lastre cuando el oleaje las azota, y con ellas sostienen el equilibrio a través de las ligeras nubes.
Geórgicas, de virgilio
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