2004, inicios (y II)
tras la cena nos dirigimos a la plaza del pueblo, bella por otro lado, para comernos las uvas al son del reloj principal. las uvas eran naturales pero sin semillas, y sabían bien, pero tenían un pequeño problema: estaban congeladas. era como tragarse doce cubitos de hielo verdes.
sobre las 00:01 comenzamos a sospechar, junto a todos los presentes, que el reloj no marchaba. a las 00:05, con prisas, nos pusimos a engullir los cubitos. desde los altavoces una mujer intentaba apaciguar al pueblo, pero era inútil. estabamos teóricamente enfadados y, aunque aquello nos importaba una mierda, teníamos que quejarnos. confío que semejante tontería no dé pie para una de esas estúpidas tradiciones navideño-descolocadas (tomarse las uvas en agosto, o el día antes ect).
ya en casa comenzó la fiesta propiamente dicha. o sea, comenzamos a tragar.
Ladrón fue el primero en caer. se veía venir. teníamos los dos la sana intención de morir, pero sólo él la cumplió. sobre las dos de la mañana ya estaba KO, en una cama. por esas horas fue cuando V y yo nos desvínculamos de las aproximaciones sexuales de la fiesta y nos pusimos a charlotear como dementes. los temas prefiero no mencionarlos, cosas de V.
despúes, en la discoteca del pueblo, hicimos nuestros pinitos sociales con los indígenas. un enano que, según él, toreaba de salón me dio la clave: aquello no llevaba a ningún lado, estabamos en mitad de la nada. luego abandoné el local, vi llantos y peleas y, poco después, seguí junto a V hablando de vuelta a casa. algo teniamos claro: aquello era londrés. también jugamos a la pelota vasca en la pared del teatro-hospital, eso sí lo recuerdo.
ah, antes de todo eso le leí a V un poema de kavafis que tenía una gran relación con la situación que estaba él viviendo con aquellas nenas:
Recuerda, cuerpo, no sólo cuanto fuiste amado,
no solamente los lechos en que te tendiste,
sino también aquellos deseos de ti
que viste en los ojos de los demás,
y en el temblor de sus voces -y que
un hecho fortuito humilló...
bien, de ahí en adelante sucedió la situación con V y poco más. una sesión de baile bruto donde me llevé más de una leche, más conversación abstracta con rotura de cachimba libanesa incluida, más alcohol y desvinculación del resto de fiesteros ect.
después buscamos un lugar donde dormir y a mí me tocó la peor parte. frente al cristal que V había roto y por el que entraba un aire frio increible, en un micro-sofa donde no sé como me incrusté y con un par de abrigos como mantas.
sobre las 00:01 comenzamos a sospechar, junto a todos los presentes, que el reloj no marchaba. a las 00:05, con prisas, nos pusimos a engullir los cubitos. desde los altavoces una mujer intentaba apaciguar al pueblo, pero era inútil. estabamos teóricamente enfadados y, aunque aquello nos importaba una mierda, teníamos que quejarnos. confío que semejante tontería no dé pie para una de esas estúpidas tradiciones navideño-descolocadas (tomarse las uvas en agosto, o el día antes ect).
ya en casa comenzó la fiesta propiamente dicha. o sea, comenzamos a tragar.
Ladrón fue el primero en caer. se veía venir. teníamos los dos la sana intención de morir, pero sólo él la cumplió. sobre las dos de la mañana ya estaba KO, en una cama. por esas horas fue cuando V y yo nos desvínculamos de las aproximaciones sexuales de la fiesta y nos pusimos a charlotear como dementes. los temas prefiero no mencionarlos, cosas de V.
despúes, en la discoteca del pueblo, hicimos nuestros pinitos sociales con los indígenas. un enano que, según él, toreaba de salón me dio la clave: aquello no llevaba a ningún lado, estabamos en mitad de la nada. luego abandoné el local, vi llantos y peleas y, poco después, seguí junto a V hablando de vuelta a casa. algo teniamos claro: aquello era londrés. también jugamos a la pelota vasca en la pared del teatro-hospital, eso sí lo recuerdo.
ah, antes de todo eso le leí a V un poema de kavafis que tenía una gran relación con la situación que estaba él viviendo con aquellas nenas:
Recuerda, cuerpo, no sólo cuanto fuiste amado,
no solamente los lechos en que te tendiste,
sino también aquellos deseos de ti
que viste en los ojos de los demás,
y en el temblor de sus voces -y que
un hecho fortuito humilló...
bien, de ahí en adelante sucedió la situación con V y poco más. una sesión de baile bruto donde me llevé más de una leche, más conversación abstracta con rotura de cachimba libanesa incluida, más alcohol y desvinculación del resto de fiesteros ect.
después buscamos un lugar donde dormir y a mí me tocó la peor parte. frente al cristal que V había roto y por el que entraba un aire frio increible, en un micro-sofa donde no sé como me incrusté y con un par de abrigos como mantas.
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IÑAKA -