los niños según mrozek
...con los críos sucedía exactamente lo contrario: te los encontrabas en los lugares más insospechados, salían de un salto de los rincones donde hacía un momento no estaban, y desaparecían de los sitios donde deberían estar. Tenían sus escondrijos, así como lugares al descubierto donde, sencillamente, estaban; eran manifiestamente desvergonzados, o desvergonzadamente manifiestos, aunque, en ocasiones, sin que se supiera el motivo, se mostraban perfectamente correctos. La cosa se complicaba más todavía cuando desaparecían y todos los rincones se llenaban de su presencia, imposible ya de definir. Tan pronto aparecían todos a la vez, a semejanza de los estorninos que, por alguna razón desconocida, se posan a un tiempo sobre un mismo árbol, como desaparecían improvisamente; alguno que otro le impresionaba a uno con su soledad infantil igualmente incomprensible, en lo alto de la colina, o agazapado sobre las vigas, o agachado en el centro del patio, con un palo en la mano. Tan pronto gritaban como endemoniados, yendo y viniendo por la casa y sus alrededores, como se sumían en el silencio; y eso cuando no se perdían de vista. Todavía hoy ignoro cuántos eran, a pesar de que, según las leyes de la aritmética, podía haberlos contado fácilmente. Sospechaba de ellos guarrerías perversas, como de todos los niños de campo que viven en libertad; pero, por otra parte, me avergonzaba de alimentar tales sospechas, porque ¿quién sabe si no nacían de mi propia obscenidad de adulto?, de esa obscenidad que espía a los niños con envidia, alimenta suposiciones, hasta cuando están sentados con nosotros a la mesa, y les acusa de libertad, es decir ¡oh, Dios! , de inocencia. Tenían los ojos más bien negros, incisivos.
de En el molino, querido señor, en el molino, de slawomir mrozek
de En el molino, querido señor, en el molino, de slawomir mrozek
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petalo -
Gru -
roberto o tercera persona -