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apuntes del natural

Contagio de la tragedia

No es piedad, es envidia lo que nos inspira el héroe trágico, suertudo, cuyos sufrimientos devoramos, como si fuesen nuestros de derecho y él nos los hubiese sustraído. ¿Por qué no intentar volver a cogérselos? De cualquier forma, estaban destinados a nosotros... Para asegurarnos mejor, los declaramos nuestros, los engrandecemos y les damos proporciones desmesuradas; él, por mucho que se agite o gima ante nosotros, no conseguirá conmovernos, pues no somos sus espectadores, sino sus competidores, sus rivales en el patio de butacas, capaces de soportar sus desdichas mejor que él: tomándolas por nuestra cuenta, las exageramos más allá de sus posibilidades en escena.
Provistos de su suerte y corriendo hacia la derrota más rápidamente que él, le dedicamos todo lo más una sonrisa superior, mientras que nos reservamos para nosotros solos, los méritos de la falta o del asesinato, del remordimiento o de la expiación. ¡Qué poca cosa es a nuestro lado y cuán vulgar nos parece su agonía! ¿Acaso no estamos cargados con todos sus dolores, no representamos la víctima que él quería encarnar sin lograrlo? Pero, ¡oh, irrisión!, finalmente ¡es él quien muere!


de La tentación de existir, emile cioran

4 comentarios

parapo -

no me suena a cioran.esas cosas de prestigios le pegan más a un moralista (aunque puedo equivocarme, claro ;)

fri, la medio-monez está clara, pero hay que saber llevarla :P

alfred -

... o hay personas que se recrean tanto en la desgracia que desprestigian la tragedia, que decía La Rochefoucauld.. o era el propio Cioran?... Salut!

Fri -

Si es que siempre hemos sido así, medio monos. Lo de las grandes ideas y sentimientos son noveleos.

parapo -

esta es buena:

"Según cuenta Plutarco, en el primer siglo de nuestra era ya no se iba a Delfos más que para plantear preguntas mezquinas (bodas, compras, etc.).
La decadencia de la Iglesia imita la de los oráculos."

de El aciago demiurgo, de cioran