sin destino
...allí estaba yo, aceptando cualquier argumento con tal de poder seguir viviendo. Miré alrededor en aquella plaza pacífica, ya crepuscular, por las calles atormentadas pero llenas de promesas, y sentí cómo crecían y se juntaban en mí las ganas de continuar con mi vida, aunque pareciera imposible. Mi madre me estaría esperando y seguramente se pondría muy contenta de verme, la pobre. Me acordé de que ella quería que yo fuera arquitecto, médico o algo así. Seguramente así sería, como ella deseara, puesto que no podía haber ninguna cosa insensata que no pudiéramos vivir de manera natural, y en mi camino, ya lo sabía, me estaría esperando, como una inevitable trampa, la felicidad. Incluso allá, al lado de las chimeneas había habido, entre las torturas, en los intervalos de las torturas algo que se parecía a la felicidad. Todos me preguntaban por las calamidades, por los «horrores», cuando para mí ésa había sido la experiencia que más recordaba. Claro, de eso, de la felicidad en los campos de concentración debería hablarles la próxima vez que me pregunten. Si me preguntan. Y si todavía me acuerdo.
de Sin destino, de imre kertész
de Sin destino, de imre kertész
4 comentarios
Fri -
También conocí en Rusia a mujeres, supervivientes del cerco de Leningrado a las que les faltaban las piernas al haber sido heridas.
Hace poco alguien me contó de un judío que emigró a colombia. Había pasado por un campo de concentración y llevaba el número tatuado. Cada vez que alguien le preguntaba por ese número decía bromeando: "es mi número de teléfono, lo apunto porque se me olvida".
Supervivientes judíos no he conocido ninguno, aunque mi hermana sí. Pero si te das una vuelta por aquí, verás que está todo lleno de cementerios. Verdún, Lorena, Alsacia... Devastador.
parapo -
"Me preguntó -y me entraron ganas de sonreír- si había estado en las cámaras de gas. Le dije: «Entonces no estaría aquí, hablando con usted». «Por supuesto», me respondió, pero insistía en querer saber si las cámaras de gas existían de verdad. Le contesté que claro que existían, como otras muchas cosas, pero que todo dependía del tipo de campo. En Auschwitz sí las había, le expliqué, pero yo venía de Buchenwald. «¿De dónde?», me preguntó, y tuve que repetirle: «De Buchenwald». «Así que de Buchenwald», me imitó, y yo asentí con la cabeza: «Sí». Él dijo entonces: «Vamos a ver -y puso cara de entendido-, así que usted oyó hablar de las cámaras de gas». No sé por qué pero me emocionó que alguien me llamara de usted, de esa manera tan seria, tan parsimoniosa. Yo volví a asentir. «Sin embargo -prosiguió con la expresión de alguien que pretende poner orden en el desorden y arrojar luz sobre la oscuridad-, no las vio con sus propios ojos.» Tuve que reconocer que no. «Ya entiendo», dijo, y se fue, con un pequeño gesto de cabeza como de despedida, caminando con la espalda muy recta; de alguna manera parecía contento."
de Sin destino.
parapo -
la niña de la capucha -
Ante mi primera pregunta, lo que me salió del alma nada más verla - " QUE?? QUE HAS VISTO EN EL CAMPO DE CONCENTRACION???? -
me soltó un : ".. niña, no quiero hablar de eso."
Y hasta hoy.